La vida me ha llevado a conocer de todo, y a vivir experiencias increíbles. Conozco la felicidad y la tristeza; las sonrisas y las lagrimas; el ganar y el perder. He vivido una vida al máximo donde he sabido estar bien arriba, pero también muy abajo.
He sostenido platicas y entrevistas con personajes muy interesantes de la vida social, empresarial y política de México y Estados Unidos. Me he sentado a la mesa con los poderosos, pero he disfrutado mucho cuando alguien humilde me ha ofrecido un taco o me ha invitado a su casa.
He platicado con grandes empresarios, gobernadores, alcaldes, abogados, taxistas, albañiles, cocineros, y otros oficios. A todos les he puesto mi atención, de todos he aprendido algo, todos son importantes en esta vida, todos.
Para mí ricos y pobres son iguales, merecen mi respeto por igual, no veo diferencia, al final, ante Dios todos somos iguales y todos vamos al mismo lugar, la muerte nos alcanzará a todos y no nos llevaremos nada. Nunca se me olvida la frase que dice: “El mundo da muchas vueltas”; es quizás la frase que más debemos de tener presente en nuestra vida, para siempre actuar con humildad y respeto.
En mi vida, he visto personajes muy encumbrados en la política y el gobierno, que al terminar su mandato u encargo acaban solos, ya sin la adulación de quienes se decían sus amigos. Nunca lograron entender que la política es un instrumento para servir a la gente.
He visto ricos muy tristes y pobres muy felices. Me gusta una frase que dice, “Rico no es el que tiene mucho, sino el que menos necesita” o aquella que dice «De nada sirve la riqueza en los bolsillos sí hay pobreza en la cabeza y el corazón». Aprecio mucho a los ricos humildes y generosos. Respeto mucho a quienes han hecho su patrimonio a base de tenacidad y esfuerzo.
Dios me ha permitido a mis 37 años haber vivido tantas cosas. A los 14 años ya andaba en la calle, trabajando como periodista, con mi cámara de rollo bajo el brazo y mi grabadora en mano, conviviendo con personas que me doblaban la edad, o en algunos casos hasta con personas que eran 30 o 40 años mayor que yo. Siempre los respete y ellos me respetaron. Siempre estuve abierto a escucharlos y aprender de todos ellos.
Creo en el valor de la lealtad, en el hablar de frente y no mentir. En el valor de la amistad más allá de posiciones socioeconómicas, religiosas, políticas o ideológicas. Respeto la opinión de todos, no busco cambiar conciencias, si me piden mi opinión la doy, no me meto en la vida privada de las personas y no pierdo amigos ni familiares por esos temas, y mucho menos por política.
La experiencia de mi vida me ha enseñado que en política, abajo, los soldados se pelean, pero allá arriba, los generales se entienden. Y créanme he visto en primera fila esos acuerdos de los de arriba. No vale la pena perder la amistad de nadie por política. Hay que valorar a los amigos.
He llegado hasta el día de hoy, porque Dios ha guiado mis pasos, soy un hombre de Fe, también por los consejos de mi padre Don Juan Eliseo, el amor de mi madre Mona, el apoyo de mi familia, de mis amigos, y de tanta gente que me ha impulsado de muchas maneras en la vida, que me han dado su tiempo, un trabajo, un negocio, y hasta una sonrisa, porque quien sonríe contigo te esta regalado algo más valioso que el dinero, y por igual, es un gran amigo quien te escucha y te da un consejo. Esas son las personas que queremos en nuestras vidas.
No nos queda más que vivir, vivir y volver a vivir. Caernos y levantarnos. Los dejo con esta frase que dice: “La vida es como andar en bicicleta, te caes solo si dejas de pedalear”.
-Su amigo Juan Eliseo